martes, 3 de mayo de 2011

Identidad Perdida - (Informe n° 4 - Primera entrevista grupal)

     Cuando hablamos acerca del Nacionalismo, estamos en presencia de un concepto que puede abarcarse desde diferentes puntos de vista. Según la Real Academia Española, el nacionalismo se define como una “ideología que atribuye entidad propia y diferenciada a un territorio y sus ciudadanos, y en la que funden aspiraciones políticas muy diversas.” Por ello, hemos acotado el nacionalismo hacia una ramificación que se relacione con la identidad y en cómo somos, en específico, como sociedad chilena.

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     De acuerdo a la entrevista realizada a la catedrática de las asignaturas de Antropología y Sociología de la USACH, Carolina Pinedo, no se puede hablar de una identidad en específico, puesto que esta, en cualquier grupo o cultura, va en constante cambio, y se encuentra condicionada respecto de las influencias externas e internas a las que está expuesta.

     De esta forma, nuestra cultura captará diferentes influencias foráneas y las modificará hasta hacerlas propias. En relación a lo último, el fenómeno de la  globalización juega un rol importante en cuanto a la construcción de nuestra identidad.

     ¿Por qué? Bueno, con el transcurso de los años, hemos sido testigos de los cambios que ha sufrido la cultura tradicional chilena, y cómo hemos ido integrando características ajenas a lo nuestro, para iniciar un proceso de “chilenización” de costumbres extranjeras.

    Prácticas "chilenizadas", según dice Carolina Pinedo, datan del periodo colonial en nuestro país, donde se fusionaban, por ejemplo, formas de cocinar que daban como resultados nuevas comidas, las cuales más tarde llamaríamos “chilenas” y otorgaríamos el título de “propias”.  En base a este sencillo, pero real ejemplo, damos cuenta que nuestra identidad es el producto de una fusión  cultural, o más bien, de una alta capacidad de adaptación, tanto del hombre hacia los nuevos modelos, como de costumbres hacia nosotros. Adaptación que se mantiene hasta nuestros días.

     Con respecto a lo anterior, nos queda claro que nuestras costumbres están en constante cambio. No obstante, no todas han sido producto de elementos externos. También hemos adaptado elementos propios que nos ligan a nuestro antepasado indígena. Sin embargo, la sociedad chilena se caracteriza por su tendencia a renegar dichas raíces. Mucha gente con apellido mapuche, por ejemplo, se lo cambia para no ser “discriminado” dentro de nuestra sociedad que tiende a omitir sus principios y se siente, en base a aspiraciones, más identificado a los modelos idiosincráticos europeos.

     De acuerdo a esta aspiración “europeizante”,  si bien nos sentimos orgullosos de esta visión, producto de ver al europeo como el modelo a seguir, no es menos cierto que el acogernos a estos nuevos modelos da como resultado una sociedad chilena insatisfecha. Nos ceñimos a modelos europeos y los vemos como símbolo de progreso, una forma de no quedarnos atrás, siendo que muchos de estos no son aplicables a nuestra realidad. Se genera un descontento general al que no sabemos cómo dar solución, ya que alejarnos de estos modelos nos aleja del “progreso”, generando así un círculo vicioso dependiente de lo extranjero.

     Ejemplo de todas estas tomas de identidades lo podemos sintetizar y ver reflejada en el tan mencionado  fenómeno de la Globalización.

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       Un aspecto tan cotidiano, como la comida, ha sido “víctima” de este proceso. Esto, porque, hace un par de años, la dieta del chileno se basaba, preferentemente, en productos agrícolas cultivados y producidos dentro del territorio nacional. Sin embargo, el día a día nos muestra que empresas transnacionales (McDonalds’s y Burger King, entre otras compañías de comida rápida) se han acoplado a la cotidianeidad del chileno.

    Otro ejemplo es la tradición de tomar mate, costumbre adquirida de nuestros antepasados indígenas, que lentamente ha sido reemplazada por el consumo de diferentes variedades de té y café. La sustitución por estos productos y la nueva costumbre de”tomar té”, por ejemplo, es una adaptación del té inglés, al igual que salir a tomar café, proveniente de Francia. 

     Dichas costumbres reflejan que, independiente del lugar de origen de los productos o costumbres, en nuestro país, adaptamos realidades a la nuestra. Lo más interesante de esto es que la lista de valores e ideas tomadas de afuera parecen ir creciendo todos los días, demostrando que ya nos hemos constituido como unos seguidores de Europa, y que cada vez, pareciera ser, nos importa menos lo que es la esencia de la identidad del chileno en sí.

Sebastián Mora
Daniel Núñez
Alejandra Melo
Carolina González

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