miércoles, 6 de abril de 2011

Innata Evolución Aprendida


Al remontarse al estudio de los inicios del hombre en la tierra, y luego en su evolución, es posible hallar un simio con características un tanto más humanas como las de hoy. Algo más erguido que un mono, los neandertales en los que se suele pensar ya emitían sonidos más guturales entre los de su misma especie y tribu, comenzando así a formar una especie de lenguaje y cultura entre ellos. Esto, claro está, después de todo un periodo de evolución previo y que seguirá en aumento.

En la película “La Guerra del Fuego” es posible admirar estas primeras evoluciones del hombre. En el film, se contextualiza en el periodo prehistórico y se enfoca en grupos de neandertales de mayor y menor grado de desarrollo. Estos grupos comienzan a ver la evolución del otro y a aprender prácticas y descubrimientos e invenciones que les servirán para subsistir, entre ellas, la del fuego.

En la película, este proporcionaba a un grupo de homínidos el calor necesario para mantener su abrigo en la cueva y, además, les permitía cocinar alimentos. Por estas razones le daban una importancia insospechada, sin embargo, notaban que no tenían control sobre él. Es así, como al darse cuenta de esto, tres miembros del grupo deciden salir de la cueva y espacio habitual para ir en busca de fuego y su control.

Durante el viaje se encuentran con grupos como ellos, pero con una mayor evolución. Una tribu que encuentran, ya no neandertales, sino homo sapiens, comienza a otorgarles conocimiento de su cultura y evolución tras tomar cautivo a un neandertal.

Frente al hecho de estar cautivo y tener que mezclarse con la tribu de mayor evolución cultural, el neandertal ve cómo encienden fuego tras frotar una vara en una piedra. Llama su atención el control que tenían sobre tal elemento, de esta forma, su viaje comienza a tener mayor sentido y la evolución comienza a acrecentarse cuando el mundo de estas dos especies de antiguos humanos comienza a entre lazarse.

Ante estas prácticas, en el libro “Constructores de la Otredad” Boivin afirma que “en su dimensión natural el hombre recibe humanidad por herencia biológica (características innatas), como la capacidad de asombro y de dar cuenta del control y evolución del otro y, en el orden cultural éste alcanza su condición humana a través del aprendizaje (características adquiridas) aprender a encender el fuego, por ejemplo.” [1]

Ya mezclando las capacidades de ambas tribus nos damos cuenta que contaban con capacidad de asombro, raciocinio entre lo que convenía hacer (salir en busca de fuego), aumento de su seguridad (trampas que tenía la tribu captora), características del hombre que se mantienen hasta hoy y que, según señala Morgan, "De estos esfuerzos, surgieron gradualmente un lenguaje desarrollado y la ocupación de la totalidad de la superficie de la tierra. Pero la sociedad no estaba en condiciones todavía, debido a su rusticidad, de organizarse en número". [2] Allí presentan un nivel de evolución abismante, tanto que nos deja pequeña a la evolución de nuestros días, pues seguimos con las mismas prácticas, sólo que esta vez con números mayores, pero de igual forma divididos en "tribus" países, bloques.

Además del fuego, los neandertales aprenden de monogamia, de organización de viviendas en un mismo sitio y lo que más acerca a la historia, la articulación de lo que podría ser una especie de lenguaje entre la tribu más avanzada.

Los otros, en cambio, en su tribu vivían en una cueva, no tenían noción de organización ni de control, de manera que en momentos de evolución, y según señala Darwin, no pueden seguir avanzando y sucumben ante la adversidad, por ley natural. Sin embargo, Boivin también señala que “el progreso cultural (evolución cultural) es una ley natural, universal y necesaria […] El progreso cultural, a diferencia de la evolución natural, se transmite por aprendizaje”. [3]

Así, la suma de bienes durante el tiempo, el aprendizaje obtenido en cuanto a organización grupal y la satisfacción de las necesidades implicadas generan evolución tanto cultural como natural; y quien no llevase el ritmo, por simple darwinismo, sucumbía y, sin adaptarse al ritmo de la evolución, moría.

Cabe entonces señalar, que lo importante es la evolución del hombre no por las teorías evolucionistas de Lamarck o del creacionismo, que postulan a los factores medio ambientales como desarrollo efectivo de caracteres, y también la dualidad cuerpo-espíritu, respectivamente, tampoco la de Darwin por sí sola ni como ley de “el más fuerte sobrevive”, sino que el cambio va también por la mezcla cultural entre tribus y pueblos.

La evolución se genera en base a la vivencia en conjunto, a las prácticas aprendidas gracias a nuestras prácticas innatas y así ascendemos en lo humano y, principalmente, en lo cultural, pues “la vida general de un pueblo representa ese conjunto que denominamos cultura”. [3]

Constructores de la Otredad, Boivin

[1] Constructores de la Otredad, Boivin, Cap. 1
[2] Constructores de la Otredad, Boivin, Razón del Progreso Humano, Morgan.
[3] Constructores de la Otredad, Boivin, Cap. 1

Fotos:



Alejandra Melo Zamorano
Sección B-02

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