miércoles, 20 de abril de 2011

Maravillas dejadas en el olvido

     Durante nuestra época de escolar, ya sea en colegios o liceos, cada vez que nos enseñaban la materia correspondiente a los pueblos originarios o “pre colombinos” de Chile, prácticamente, el 90% de los contenidos de dicho proceso histórico se enfrascaba en lo que fue la historia de los Mapuches en cuanto a su participación dentro de la historia nacional, dejando así de lado a un sinfín de pueblos que, al igual que los mal llamados Araucanos, destacaron por sus costumbres, organización y aspectos socio culturales, a pesar de vivir en condiciones naturales extremas, y de tener nulos avances que les permitieran tener una vida más apacible. 

     Para dar prueba de ello, tenemos la importancia de la exposición  de las obras efectuadas por el sacerdote salesiano Alberto De Agostini, quien intentó remarcar las costumbres de los olvidados pueblos indígenas más australes de Chile junto con la majestuosidad  de la geografía de la zona.

Fotografía sacada desde la exposición Indígenas y paisajes magallánicos de principios del siglo XX, en el Centro Cultural Palacio La Moneda
   
     Desde los albores de nuestra nación, e independiente de quién tuvo el poder para gobernar, se ha tendido a organizar al país de una misma manera: dando condiciones para la centralización de los poderes económicos, sociales o culturales en nuestra capital, Santiago. Esto ha sido provocado por diversos factores que pueden haber estado ligados al poder o a la tendencia a obtener usufructo por parte de unos pocos. 

     No es motivo de este informe decir qué agentes influyeron en este fenómeno que ha perdurado hasta hoy, sino intentar cuestionar la efectividad del nombrado proceso con el fin de exponer que se dejó de lado a gran parte del país, considerando sus personas, gente y cultura, y que tuvieron que venir extranjeros a demostrarnos las hermosas postales de una de las tantas culturas olvidadas, quizás por el simple hecho de ser “poco rentables para el Estado”.

http://www.ccplm.cl/index.php?option=com_content&view=article&id=257:alberto-de-agostini&catid=55:exposiciones-anteriores&Itemid=8

     En relación a esto, diversos textos hacen hincapié en dividir a los grupos o sociedades de acuerdo a sus capacidades y debilidades. En cuanto a la evolución de los individuos, “(…) se identificaron tres estadios de evolución: Salvajismo, Barbarie y Civilización…”[1] Considerando a uno de los pueblos fotografiados por De Agostini , como los Selknam, ubicados en la Isla Grande de Tierra del Fuego, por el simple hecho de tener  condiciones de vida diferentes a las del hombre urbano, fueron considerados como “salvajes”, tanto por exploradores extranjeros como por autoridades regionales, sobre todo durante el período colonial.

     Esto nos demuestra la clara diferenciación injusta a la que fueron sometidas estas tribus, provocadas, en muchos casos, por la poca información que se tenía sobre Selknam y Kawéskar, entre otros pueblos australes.

     Sumado a lo expuesto anteriormente, Boivin postula que “Malinowski (considerado el fundador del funcionalismo) define la especificidad de la condición humana en torno a la relación hombre-naturaleza[2]”.  Sin embargo, la realidad llevada a la cotidianeidad fue otra. No se respetó el estilo de vida de nuestros antepasados.

http://www.ccplm.cl/index.php?option=com_content&view=article&id=257:alberto-de-agostini&catid=55:exposiciones-anteriores&Itemid=8
     No obstante, no todo giraba en torno a las personas de estas zonas apartadas del mundo, sino que De Agostini nos manifiesta su admiración y preocupación  por el paisaje natural de la región.
     Si bien en esta septentrional  región predominan unas de las condiciones más extremas del planeta, ya que “cuanto más al sur, el clima es más frío, llegando a un desierto nival en la Meseta del Polo Sur, sitio en el cual el porcentaje de humedad atmosférica es prácticamente el más bajo del planeta Tierra”[3], el sacerdote Alfonso De Agostini supo captar las maravillas de la zona. Por ejemplo, las Cascadas del Río Cochrane, en la región de Aysén, o el Macizo del Paine, en Magallanes.

 Macizo de Paine. Fotografía sacada desde la exposición Indígenas y paisajes magallánicos de principios del siglo XX, en el Centro Cultural Palacio La Moneda

     ¿Importancia de esto? Simple. Como dije anteriormente, tuvieron que venir extranjeros a enrostrarnos que, si bien ya no cuidamos a gran parte de nuestras etnias originarias, hay que custodiar el medio ambiente único que tiene la región “más austral del mundo”.  
      Para demostrar la influencia de De Agostini, cabe mencionar, a modo de síntesis, algunos de las obras que se le permitió efectuar a este sacerdote luego de su visita a nuestro país: Guía turística de los lagos australes argentinos y “Tierra del Fuego” (1945) y “Guía turística de Magallanes y canales fueguinos” (1946). 

      Si se le reconocieron a este cura las facultades de publicar guías turísticas con una detallada información acerca de la geografía de un país del cual no era oriundo,  cabe hacerse la pregunta: ¿Somos capaces, como chilenos, autoridades o ciudadanos comunes y corrientes, de preservar por nuestra cuenta lo que tenemos? Personalmente, creo que no.

Sebastián Mora
B-02



[1] Fuente: BOIVIN, Mauricio et al. (2004) Constructores de Otredad. Una introducción a la antropología social y cultural. Capítulo 1. Buenos Aires: Editorial Antropofagia.

[2] Fuente: BOIVIN, Mauricio et al. (2004) Constructores de Otredad. Una introducción a la antropología social y cultural. Capítulo 2. Buenos Aires: Editorial Antropofagia.

[3]  Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Provincia_de_Tierra_del_Fuego,_Ant%C3%A1rtida_e_Islas_del_Atl%C3%A1ntico_Sur.

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